PARA UN ANGEL

Hace poco pude darme cuenta que los ángeles existen, pero no con esas alas inmaculadas y envueltos en la luz cegadora que los ha caracterizado por siglos. No, este angelito está lejos de tan divina descripción, pero habita entre nosotros. Es pequeñito, de cabellos dorados, con una mirada tímida, expresión alegre y sutiles movimientos.
Quienes hemos conversado con este querubín, sabemos que será siempre bajo una inevitable sonrisa maternal y una voluntad sin egoísmos. Es tan agradable y hasta inclusive traviesa. Este ser divino posee una sencillez y fragilidad que por momentos genera una mezcla entre ternura y simpatía.
Pero gracias a Dios pude lograr mucho más, pues conocí el amor puro y esencial que está en peligro de extinción o que definitivamente no existe. Conocí a ese angelito que en un momento sacrificó su amor por mi propia felicidad. No escatimó esfuerzos ni tiempo para obtener de mí una sonrisa, unas lágrimas sinceras y un abrazo fraterno, como muestras irrefutables de agradecimiento por tal noble acción. El destino me premió uniéndome a ella. Por unos instantes, la vida me enseño y me dijo que la felicidad podía hacerse mujer.
Mi querido y adorado angelito, gracias por ser tan bella en cuerpo y alma. Que el amor que tanto deseas, llegue pronto y te colme de paz. Te quiero y adoro demasiado para dejarte escapar. Eres la combinación perfecta entre niña, mujer y un lindo querubín.